ARMAS BAJO CONTROL
ARMAS BAJO CONTROL

Las armas ligeras contribuyen de forma significativa a la pobreza y al sufrimiento y desarrollan un papel clave en las violaciones de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario.´
Se infligen más heridas, muertos, desplazamientos, violaciones, raptos y torturas con armas ligeras que con cualquier otro tipo de armas
Por este motivo, el secretario general de Naciones Unidas las calificó como “las auténticas armas de destrucción masiva”.
640 millones de armas circulan por el mundo y cada año se fabrican 8 millones más y 16.000 millones de balas: 2 por cada hombre, mujer, niña y niño del planeta.
Las armas son cada vez más dañinas y de efectos más indiscriminados para la población civil. Muchas armas son sencillas y duraderas: su uso no precisa de mucho entrenamiento y pueden seguir operativas durante más de 40 años.
La violencia armada no se limita a las guerras, sino que se está generalizando en las calles y en los hogares de miles de familias. Actualmente, más de la mitad de las armas convencionales está en manos de civiles.
Matar es cada vez más fácil: se puede hacer a mayor distancia, con mayor indiferencia y menor esfuerzo. Además, el suministro de armas a países donde se violan los derechos humanos es constante y transmite el mensaje de que la comunidad internacional tolera, e incluso respalda, este tipo de actos.
Por todo esto cabría esperar que este comercio estuviera estrictamente controlado, pero no es así. Mientras la atención internacional se centra en la necesidad de controlar las armas de destrucción masiva, el comercio de armas convencionales sigue en un vacío legal y moral. A día de hoy, no existe ninguna ley internacional exhaustiva y vinculante que regule el comercio de armamento convencional y las armas se siguen vendiendo sin ningún control sobre su destino y uso final.
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